11 de noviembre de 2014

Cometas

Los cometas son uno de los más hermosos espectáculos que nos regala el universo de vez en cuando. Contemplar a simple vista esa pincelada de luz resplandeciendo sobre el tapiz de la noche es algo que marca la vida de quien lo contempla para siempre.

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Cometa McNaught

Lejos del Sol, los cometas son unos conglomerados inactivos, poco densos, formados por silicatos, metales, grafito y hielo de agua principalmente. Cuando se acercan al astro rey, a partir de la distancia de Júpiter, el calor sublima los materiales volátiles formando a su alrededor una nube que recibe el nombre de coma o cabellera. La radiación solar ioniza esta nube, la hace luminosa y es entonces cuando podemos ver el cometa. Por último se forman las colas.

Los cometas presentan dos clases de colas: una, de color ocre, formada por las partículas desprendidas del núcleo que puede presentar una curvatura hacia atrás según la trayectoria. La otra cola es plasma, de color azul, formada por la acción del viento solar sobre los gases ionizados. Esta segunda cola es por el contrario rectilínea. En los grandes cometas las colas pueden llegar a extenderse hasta 100 millones de kilómetros y son todo un deleite para la vista.

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Cometa Hale-Bopp con sus dos colas

Por sus órbitas, a los cometas se los puede clasificar en dos grupos: los periódicos o “antiguos” y los “nuevos”. Los primeros han pasado ya varias veces cerca del Sol mientras que los otros tienen órbitas tan largas que es posible que hayan pasado una única vez. Algunos incluso puede que no vuelvan nunca más por lo que contemplarlos es un acontecimiento único e irrepetible en la historia.

Contrariamente a lo que mucha gente pudiera creer, los cometas son más bien oscuros a causa de la presencia de compuestos carbonados. Esto se evidencia aún más en el caso de los cometas antiguos en los que los sucesivos pasos cerca del Sol han ido eliminando los materiales de las capas más superficiales.

Pero, ¿de dónde vienen los cometas? Esta es sin duda la cuestión que ha inquietado a los astrónomos durante siglos. Aunque todavía queda mucho por investigar, parecen ampliamente aceptadas las teorías de los astrónomos Kuiper y Oort, que a mediados del siglo pasado postularon la existencia de dos grandes reservorios de cometas, conocidos como el cinturón de Kuiper y la nube de Oort respectivamente. El cinturón de Kuiper se encuentra más allá de Neptuno, donde orbitan los objetos transneptunianos como el planeta enano Plutón. La nube de Oort por su parte está situada mucho más lejos, entre 10.000 y 50.000 unidades astronómicas respecto del Sol. Se piensa que puede tratarse de restos de la nebulosa primitiva que fueron expulsados al exterior del Sistema Solar durante su formación.


Con todo, los cometas son mucho más que espectáculos de luz en el firmamento. Se cree de hecho que algunos de los componentes esenciales para la vida, como el agua y el carbono, llegaron a la Tierra a través de estos cuerpos celestes. Es lo que se conoce como teoría de la panspermia que, de ser cierta, supondría que la vida, nuestra existencia misma, procede del asombroso resplandor de los lejanos cometas.

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